domingo, 20 de diciembre de 2009

EL HAMBRE ABSURDO EN LA TIERRA DE LA ABUNDANCIA
Última Parte
Creo necesario un sinceramiento partiendo de la base del viejo adagio que dice: "El que se equivoca y se rectifica, es un sabio; el que se equivoca y persiste en su error, es un necio".
Sin lugar a dudas debemos elegir el camino de la sabiduría, rectificar el rumbo. Hoy en la sociedad son varios los segmentos: Los que trabajan y por ello reciben una paga; los que figuran como que trabajan y reciben paga especialmente en esferas del estado, pero no trabajan; los que han perdido su trabajo o no lo han conseguido nunca; y los empresarios, productores y trabajadores independientes. Esta es nuestra realidad. En casos muy lamentable, como es el de los que reciben una paga por trabajo que no realizan y que en la administración pública ha llevado al desprestigio del sector y a la degradación de los servicios que se deben prestar. Es aquí donde debieran jugar un rol fundamental los sindicatos porque la defensa de los derechos de los trabajadores transita el mismo camino que el del imprescindible cumplimiento de sus deberes. Hace a la custodia de las fuentes de trabajo y a la construcción de dignidad en el ejercicio de los derechos.
En cuanto a los trabajadores desocupados, es válido afirmar que ante situaciones de crisis económicas y falta de trabajo, el estado no puede abandonar a aquellos que por distintas razones se quedaron si él, pero también es justo recordar que quienes se quedan sin trabajo deben al menos buscar sus propias soluciones y cooperar con aquellos que desde los organismos gubernamentales pretenden acercar proyectos que comiencen asegurando el sustento diario. Si así no fuera estaríamos frente a una suerte de autoabandono personal y puesta de nuestro futuro totalmente a merced de la voluntad de terceros, lo que inevitablemente lleva a un destino peligrosamente incierto.
El estado legalmente tiene la obligación de obrar por el Bien Común y podrá cumplir con esto en la medida que asigne los recursos suficientes allí donde sean necesarios, con equidad y justicia.
Es importante analizar que los distintos grupos sociales que conforman la sociedad. Pueden clasificarse globalmente en dos: aquellos que son potencialmente productivos y los no productivos. Asimismo, el estado aporta recursos a los sectores productivos, y es necesario que tales sectores empleen estos recursos para generar más riqueza, pagar sus impuestos y devolver de alguna manera al estado los recursos prestados, permitiendo a aquél cumplir con sus obligaciones para con el Bien Común. Ahora bien, si los sectores potencialmente productivos y generadores de riqueza se transforman en sumideros de presupuesto estatal y no retornan al estado riqueza alguna, no hay quien genere riqueza en el circuito y por lo tanto se afecta al Bien Común a través del desabastecimiento de los hospitales, la ruina de los edificios escolares, la falta de mantenimiento de las infraestructuras públicas, etc. etc. etc. Por esto es importante comprender la importancia que tiene el sector económicamente activo de la sociedad. Por lo tanto, es claro que el estado debe aportar recursos para "encender" de alguna manera la actividad productiva de los sectores económicamente activos a través de créditos e inversiones, pero también es claro que todos esos recursos deben transformarse en más riqueza para permitir al sistema ser armónico y alcanzar el Bien Común. De aquí se desprende que, la verdadera y única obligación del estado es el Bien Común, y no el asistencialismo permanente de los actuales sectores potencialmente productivos.
El estado que elige el camino del asistencialismo permanente a una parte de su sector potencialmente productivo inhibe parte de la fuente de riqueza con la que cuenta y termina por: dejar de cumplir con sus obligaciones para con el Bien Común, incrementar aún más las cargas impositivas en la parte del sector productivo que sí genera riqueza, o directamente endeudarse con los organismos internacionales de crédito. Es por esto que el estado, al exigir que los recursos aportados a los sectores potencialmente productivos actuales se transformen en más riqueza que retorne en parte a él, está asegurando no solo el Bien Común y la autonomía frente a los organismos internacionales de crédito, sino que está asegurando el bienestar de los sectores no productivos actuales, dentro de los que se encuentra la niñez, que no es otra cosa que el sector potencialmente productivo del futuro.
Finalmente, y para evitar confusiones, es importante señalar que un sector potencialmente productivo se transforma en sumidero de presupuesto estatal, es decir, en socialmente inerte, no sólo cuando recibe recursos y no genera riqueza, sino también cuando recibe recursos, genera riqueza pero no permite el retorno de parte de ella al estado para que el circuito se cierre. Estos últimos sectores terminan no solo siendo tan socialmente inertes como los que directamente no producen nada con los recursos que reciben del estado, sino que se convierten en parasitarios, ya que teniendo capacidad productiva optan por succionar las arcar públicas. Y aun más, en estos casos estamos frente a una expresión de egoísmo e insolidaridad que agrede al entramado social tan deplorable que coloca a sus actores como marginales sociales al amparo y abuso de sus prósperas posiciones dominantes que frecuentemente les permiten monopolizar medios de comunicación para desinformar y engañar a la sociedad que excluyen y desprecian.
Teniendo esto último en cuenta es que, cuando se habla de sectores potencialmente productivos que no generan riquezas que vuelve a estado para cerrar el circuito, no sólo debe hacerse referencia a aquellos que, teniendo la fuerza productiva, no desean ponerla en marcha por tener dádivas estatales, sino también debe tenerse en cuenta a aquellos enormes grupos económicos que generan gigantescas cantidades de riqueza para ellos impidiendo el retorno de parte de ella al estado. De esta manera también estos sectores interrumpen el circuito armónico de la riqueza que afecta al Bien Común. Asimismo y finalmente, también deben entenderse como sectores potencialmente productivos pero socialmente inertes a aquellos que, teniendo los recursos necesarios para poder generar riqueza, los mantienen en la ociosidad, como por ejemplo los latifundios, que apropiados de un recurso natural como la tierra que debiera estar a disposición de todos como el resto de los recursos naturales, la usan como una vulgar mercancía.En conclusión, en la medida en que el estado pueda obtener los recursos de los sectores económicamente productivos podrá cumplir con su rol de garante del Bien Común, el cual asegura el cumplimiento de los derechos fundamentales de los ciudadanos que viven dentro de la República. Podrá decirse que en el estado se derrocha, se canaliza dinero hacia otros sectores, etc. etc. etc. pero esa es otra discusión y lo que es importante no perder de vista es que la vía para que la riqueza generada por la sociedad vuelva a la sociedad, es, sí o sí, la gestión del estado en su indelegable rol de regulador de las actividades económicas para que el mercado no imponga la ley de la selva que inevitablemente determina que el mas fuerte devore al débil.

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